La campaña de Repsol de ofrecer combustibles renovables en más de 500 gasolineras como una alternativa ‘limpia’ a la electrificación supone un caso claro de greenwashing y publicidad engañosa.
Hoy se ha conocido que Iberdrola ha presentado una demanda a Repsol por lavado verde en relación a su campaña de ofrecer combustibles renovables en 600 gasolineras para finales de 2024. La compañía petrolera declara que estos combustibles “minimizan las emisiones” y por eso suponen una solución eficaz para la reducción de las mismas en el transporte, a pesar de que en el mejor de los casos solo se producen reducciones significativas en las emisiones de CO2 y no en las emisiones que producen contaminación del aire como las de NO2 o partículas. Esa supuesta reducción de emisiones de CO2 es además dudosa dada la falta de transparencia sobre las materias primas utilizadas y los múltiples casos de fraude que se han notificado al respecto.
El biodiésel producido a partir de biocombustibles avanzados puede ser neutro en emisiones de CO2 únicamente si se genera a partir de materias primas procedentes de residuos sostenibles. Pero el problema está en el motor de combustión, que al quemar estos combustibles sigue generando emisiones contaminantes del aire, que conducen a problemas cardiacos y respiratorios como ha repetido la Organización Mundial de la Salud. Daños que se agudizan en el caso de los niños, ancianos y otras personas vulnerables, y que desembocan en las decenas de miles de muertes prematuras por contaminación del aire que se producen cada año en España según el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico.
La opacidad de Repsol con respecto al origen de estos biocombustibles es muy alarmante. Existen casos en los que se han usado materias primas como el aceite de palma, ligadas a la deforestación y a la violación de derechos humanos en comunidades indígenas, haciéndolas pasar por aceite de cocina usado, una de las materias primas que según la compañía se usan para estos combustibles renovables. La compañía debe aclarar el origen geográfico, el tipo de residuo y los volúmenes usados para demostrar que realmente están usando materias primas locales y sostenibles. Tampoco está claro que estos combustibles renovables contribuyan a la independencia energética como claman, ya que T&E destapó recientemente que alrededor del 80% de las importaciones de aceite de cocina usado del país provienen de China.
Repsol ha visto cómo la autoridad británica de publicidad le ha prohibido realizar una campaña similar en Reino Unido y ENI, la empresa petrolera mayoritaria italiana, ha sido multada por hacer otra campaña de greenwashing en el país transalpino, precisamente por promover tipos similares de combustibles.
Carlos Rico, experto en políticas de transporte y medio ambiente de T&E declara: “Esto no es simplemente una trifulca entre dos grandes empresas energéticas. Es un ejemplo de prácticas irresponsables por parte de Repsol, que en su deseo de salvar el motor de combustión y retrasar la transición energética, decide confundir a la ciudadanía y poner en riesgo su salud. Esperamos que la justicia sea ejemplar y ponga fin a esta campaña”.
FIN
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